Cuando Obama ganó las elecciones dedicamos en este blog un espacio a analizar cómo se gestó aquella victoria en un post titulado Obama Cool.
Ya sabemos todos del éxito sin precedentes de Podemos. Hoy
me gustaría analizarlo desde el punto de vista del coolhunting, esa disciplina
a la que se dedican los cazatendencias y que gira en torno a la innovación y a los cambios culturales, y que, tal vez, pueda aportar algo más de luz sobre la comprensión de esta
sorpresa electoral.
Empezaremos a partir de algunas de las distintas
definiciones de lo "cool" aplicadas tanto a Podemos como a su cabeza más visible, Pablo Iglesias.
Existe una definición del concepto "cool" que lo identifica con una
actitud de desafío frente a la autoridad, actitud, que, por otro lado, es fría, relajada. Sin duda, la figura de Pablo Iglesias se ajusta a este
criterio, un ser político-mediático capaz de llevar la contraria a todos los
dinosaurios pro-sistema de la cultura dominante y ponerlos, con audacia, en serios problemas dialécticos, de una
forma educada y sin perder los papeles en ningún momento. Un Pablo Iglesias comprometido con sus valores y con lo que hace, en plena cruzada inconformista y navegando a contracorriente, disputando seriamente el discurso hegemónico y tratando de tú a tú al poder. Un Pablo Iglesias que así se hace "cool".
Alex Wipperfürth, en su libro "Brand Hijack" argumenta que las marcas, organizaciones o personas "cool" son visionarias, más observadores e intuitivas que el resto, capaces de ver más allá donde la mayoría no alcanza. Gramsci consideraba que el talento de un político había que medirlo en la capacidad que tiene para predecir. Podemos, como partido político, fue capaz de augurar la posibilidad de convertirse en un partido relevante aún cuando nadie daba un duro por ellos. Y, siguiendo con los argumentos de Wippefürth, son "cool" las marcas, organizaciones o personas que no tienen reparos a la hora de
romper las normas y los conceptos establecidos y que aportan una visión y una óptica
distinta que les permiten liderar procesos de innovación. Así son "cool" aquellos que hacen que veamos con otros
ojos las cosas o aquellos capaces de romper tabúes y de redefinir categorías. Obviamente Podemos puede ser descrito en estos términos. Así, por poner algún ejemplo, Podemos, por un lado, rompe con la venerada e intocable cultura de la transición, cosa que hasta hace nada era tabú, y por otro lado, nos permite ver a los políticos desde una nueva categoría, la de "casta", que ya ha sido interiorizada por el sentido común general. Podemos también redefine categorías cuando redefine el término populismo permitiéndonos contemplarlo con otros ojos, con los ojos de aquel que entiende el populismo como lo que pasa cuando el pueblo vota, el populismo como proceso que genera pasiones, proceso de confrontación de las mayorías contra las minorías y sus secuaces, así, populista era Gandi en su reivindicación nacionalista contra los invasores ingleses, o populista es el socialismo que enfrenta a obreros contra sus explotadores.
Pero si cogemos, esta vez, la definición más elaborada que Peter Gloor desarrolla
en su libro Coolfarming, entendemos que las cosas son "cool" cuando:
a) son
nuevas y frescas, y aportan un extra de diseño e innovación
b) cuando te
permiten formar parte de una comunidad y favorecen el contacto entre personas
que comparten cosas y el sentimiento de que se está participando de algo nuevo
y relevante
c) cuando son divertidas y permiten la experimentación
d) cuando
aportan sentido a nuestras vidas y hacen a las personas sentirse bien y
felices, aquello que hace mejor el mundo.
De alguna manera,
Podemos, como partido político, se ajusta bastante bien a estos cuatro criterios genéricos.
En primer lugar, como partido político, Podemos es realmente
algo nuevo y refrescante para el casposo ecosistema político al que nos tenían
acostumbrados. Su diseño es innovador en cuanto que han realizado primarias
abiertas y han utilizado procesos asamblearios para la creación de su programa
electoral. También es innovador el hecho de que sus fuentes de financiación no provengan de entidades bancarias o sobres procedentes de las manos
de oscuros empresarios, tan innovador como el impactante sueldo menguante de sus europarlamentatrios.
En segundo lugar, Podemos,
con su sistema asambleario –los círculos- ha permitido a muchos formar parte de
algo nuevo y relevante, participar en un ilusionante proceso de renovación política.
En tercer lugar, Podemos es divertido y experimental. Divertido porque pocas
cosas son más divertidas, por lo menos para la gente de izquierdas, que ver a
Pablo Iglesias dando, día tras día, un repaso, teóricamente bien fundado, a personajes
del calibre de Jiménez Los Santos, Marhuenda o Esperanza Aguirre. Y
experimental porque realmente están intentando un montón de cosas nuevas, desde la utilización de nuevas tecnologías para la toma de decisiones participativa, a la apropiación y disputa de términos tradicionalmente de
derechas, como el de patriotismo (en plan pagar impuestos y no evadirlos es de
patriotas). Este experimentalismo a mi me recuerda, desde otro punto de vista, a ese célebre mantra zapatista de “preguntando caminamos”. Podemos surge de un
descontento general, de la percepción de muchas personas de que el sistema no
funciona. Ahora bien, una cosa es la percepción de que nada funciona y otra
bien distinta es tener respuestas y soluciones para todo. En este caso, lo que
sabemos es que no hay una alternativa
bien formulada y que sólo nos queda interrogar a la realidad. Podemos
representa la capacidad que tenemos de interrogar a la realidad e intentar dar respuesta, de buscar soluciones a
los problemas que tenemos. Alex Wippefürth pensaba que las organizaciones "cool" son aquellas que se atreven a ser imperfectas y aceptan sus propias limitaciones.
Por último, y en cuarto lugar, Podemos es "cool" porque ha hecho sentirse muy bien a muchas
personas que ven, en esta nueva iniciativa política, una esperanzadora
posibilidad de cambio y una excusa para poder seguir creyendo en una democracia
en la cual cada vez más gente se queda fuera de una vida digna. En el discurso
que Pablo Iglesias dio el día de las elecciones Europeas, una vez conocidos los
resultados, lo interesante no eran tanto sus palabras, que lo eran, sino
las lágrimas de los muchos allí
presentes.
Por otro lado, y
siguiendo con los postulados del coolhunting para analizar el ascenso de esta
nueva fuerza política, Peter Gloor define el coolhunting como la disciplina encargada de encontrar tendencias innovadoras que surgen
siempre en el seno de COINS (Colaborative Innovation Networks). Nos encontramos ante una visón del coolhunting que entiende que las tendencias
"cool" son creadas por grupos de personas reducidos que, organizadas de una forma
bastante horizontal y motivadas intrínsecamente, son las responsables de la
creación de la innovación. Lo de intrínsecamente motivadas se refiere a que
estas personas no están motivadas tanto por el dinero como por la pasión por desarrollar algo en lo que verdaderamente creen. Para Gloor, el
objeto de estudio del coolhunting son estos grupos y sus dinámicas. De esta
manera entiende que las tendencias "cool" y la innovación solo pueden ser creadas
por la creatividad cooperadora de las COINs, donde las personas se coordinan,
colaboran y comparten conocimiento colectivamente para sacar adelante los
proyectos y las ideas en las que creen y participan. Una COIN es, así, un espacio
de interacción grupal donde se crean cosas nuevas, donde, de la inteligencia colectiva,
surge la innovación, lo cool, que tal vez pueda convertirse en una nueva
tendencia. Una COIN, eso es realmente Podemos. Podemos Cool.
Pero no todo lo nuevo se hace "cool", por eso se hace
necesaria, en este espacio, una reflexión sobre lo innovador y su proceso de
difusión y aceptación.
En primer lugar, lo nuevo necesita suponer una ventaja comparativa
con respecto a lo anterior; también ser compatible con las ideas vigentes de la gente
que lo adopta; y tener cierto grado de visibilidad. Podemos, en este caso, acarrea ciertas
ventajas. Su propuesta es de izquierdas, sus integrantes no provienen de la política
profesionalizada, y ninguno está estigmatizado por casos previos de corrupción.
Esto les permite diferenciarse notablemente del últimamente conservador PSOE. La
diferencia esencial con IU es que Podemos es capaz de atraer votos de centro. En
cuanto a la compatibilidad con las ideas vigentes de la gente sólo hay que
pensar en que, realmente, Podemos no hace más que concretar políticamente muchas
de las ideas procedentes del 15M. Y el tema de la visibilidad es tal vez el más
interesante. Pablo Iglesias está recibiendo gran cobertura mediática con su
discurso antisistema simplemente porque genera audiencia (aunque existen
ciertas teorías conspirativas al respecto y ahora no es el tema).
En segundo
lugar, lo nuevo, necesita ser aceptado por una “masa crítica”, una cantidad
suficiente de personas que ya hayan aceptado la innovación y que sean capaces de influir más y
más sobre los que todavía no lo han hecho. Eso ha sucedido ya, y más de un
millón de votos en las elecciones europeas lo atestiguan. Una vez superado este
umbral donde lo que es minoritario empieza a contagiarse es cuando los poderes
fácticos se asustan, y comienzan los virulentos ataques de los “political hitmen” para acabar con la
reputación del partido y sus integrantes. Ya lo hemos visto. Que si Venezuela,
que si Eta, que si Irán, que si izquierdistas radicales populistas y patatín patatán.
En tercer lugar, lo nuevo puede satisfacer una necesidad insatisfecha o
empoderar a la gente. En este caso, Podemos surge como el instrumento político
al servicio de las mayorías sociales, de esas mayorías frente a la casta y los poderes financieros, como
instrumento político para la regeneración de la democracia y la lucha por la
igualdad. Si algo necesitaba la gente era tomar conciencia de la importancia de
involucrarse en política, porque, como dice Pablo Iglesias, si tú no haces política,
otros la hacen por ti.Y no hay mayor empoderamiento que esta toma de conciencia.
En cuarto lugar, lo nuevo tiene que significar algo
relevante para esas personas que lo adoptan. Josh Levine define lo cool como aquello que hace avanzar la cultura. Podemos, de alguna manera, esta haciendo avanzar la cultura democrática. Su entrada en escena ha sido un revulsivo, por ejemplo, para el PSOE, que ahora habla de listas abiertas, de prohibir las puertas giratorias, de hacer pública la lista de bienes de sus integrantes y de salir de su letargo neoliberal y austericida. En IU, por fin, han dado alas al hasta ahora bastante maniatado y joven Alberto Garzón. Josh Levine, como hemos dicho, define lo cool como una especie de progreso cultural. Participar en este avance es toda una experiencia
en si misma, y la persona que lo hace se siente propietario y protagonista de
esa evolución cultural, acuérdate del "yes we can". Esto nos permite entender el proceso a través del cual
la novedad se dota de sentido, y a lo "cool", en este caso el partido político Podemos,
como organización capaz de acarrear significación cultural.