Así es como la suma agregada de las acciones individuales que persiguen el interés individual generan un efecto de composición cuyas consecuencias generan progreso económico y bienestar para todos. Esto es la mano invisible de Adam Smith, una fuerza que regula el mercado sin la necesidad de que el estado lo tenga que hacer de una forma agresiva. Adam Smith imaginaba un mundo basado en la economía local poblada de multitud de pequeños emprendedores, artesanos, familias granjeras con fuertes raíces comunitarias, implicados en producir e intercambiar bienes y servicios para satisfacer sus necesidades y las de sus vecinos.
Así que, como vemos, el neoliberalismo ha interpretado de una forma muy sesgada -hasta hacerlo irreconocible- el pensamiento de Adam Smith, por lo que no sabemos qué Adam Smith han leído los neoliberales. Sólo hay que ver en qué contexto se desarrolla la actividad económica hoy: grandes multinacionales, grandes desigualdades en cuanto recursos y acceso a la información, externalización de los costes de producción sobre el medioambiente y la sociedad, inversión transnacional, comercio global y deslocalización, y la financiarización de la economía. En estas circustancias es normal que la mano invisible de Adam smith no funcione, como atestigua nuestra crisis.
Por último, hay que recordar que Adam Smith era un moralista, y sus valores no son precisamente los que gobiernan el pensamiento neoliberal, el cual es bastante inmoral en muchos de sus aspectos, ya que considera, por ejemplo, que la avaricia y el egoismo son virtudes, o que la única responsabilidad de las empresas -en palabras de Milton Friedman-es la de obtener más beneficios para sus accionistas. El neoliberalismo, de esta forma, intenta legitimar la erosión de los valores morales, que son vistos como impedimento para el crecimiento económico. Por eso Adam Smith demostraba antipatía y recelo hacia los monopolios y hacia aquellos que utilizaban su poder para dañar a los demás. Así, hablando de los empresarios y sus maneras de negociar, comenta: "Toda proposición de una nueva ley o de un reglamento de comercio, que proceda de esta clase de personas, deberá analizarse siempre con la mayor desconfianza, y nunca deberá adoptarse como sino tras un largo y minucioso examen, llevado a cabo con la atención más escrupulosa a la par que desconfiada. Ese orden de proposiciones proviene de una clase de gentes, cuyos intereses no suelen coincidir exactamente con los de la comunidad, y más bien tienden a deslumbrarla y a oprimirla como la experiencia ha demostrado en muchas ocasiones” También pensaba Adam Smith que la naturaleza humana incluía la preocupación por el bienestar de los demás y el deber de no causarles dolor. En suma, lo que representa el pensamiento de Adam Smith es la posibilidad de una economía auto-organizadora y democrática, capaz de generar condiciones en las que la sociedad puede gestionar sus recursos de una forma óptima, a través de la interacción de pequeños vendedores y compradores que toman sus decisiones basadas en sus intereses, necesidades y habilidades. Así que cuando escuchen hablar de neoliberalismo no lo confundan con Adam Smith, ese pensador que consideraba, como dice David Cassasas, que "no hay libertad sin independencia personal, sin acceso a (y sin control de) un conjunto de recursos materiales que blinden nuestras posiciones sociales como agentes libres de cualquier tipo de relación de dominación". Una libertad que no encaja muy bien en nuestro capitalismo deudocrático.
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