La selección natural del darwinismo nos enseñó que el que mejor se adapta es el que sobrevive, el más apto, y que esto se lleva a cabo en dos dimensiones. La primera tiene que ver con la lucha competitiva de todos contra todos por los recursos limitados, donde cada uno, para adaptarse, debe velar por su propio interés. La segunda es una lucha de cada uno con el entorno, lo cual lleva a diversas formas de cooperación como estrategia adaptativa. El darwinismo social es el intento de aplicar este concepto de evolución biológica a las relaciones sociales y puede ser un darwinismo basado en la lucha competitiva de todos contra todos, o un darwinismo social basado en la cooperación; un darwinismo egoista y otro solidario. El primero le sienta muy bien a la ideología capitalista, en la que el más competitivo es el que se adapta, entronizando así el individualismo y el egoísmo como pautas de comportamiento normalizadas, es lo que se conoce como capitalismo salvaje. Si además le añadimos la visión de la economía liberal, la suma agregada de todos los actos individualistas y egoístas generan, en un extraño efecto de composición, beneficio y bienestar para todos. Es lo que se llama mano invisible, que sólo se fija en cuando las cosas van muy bien. Cuando las cosas van mal lo llaman crisis y tiran balones fuera diciendo que lo que hace falta es más capitalismo. Esta versión capitalista del darwinismo social permite justificar la desigualdad social como resultado de la selección natural. Otros siguen llamando a la desigualdad injusticia. Y es un debate que viene de largo. El segundo tipo de darwinismo social enfatiza la cooperación como estrategia adaptativa en un entorno hostil. Ya en su día Petr Kropotkin hablaba de cómo, en sus estudios sobre la fauna siberiana, encontró poca evidencia de lucha competitiva y sí muchos ejemplos de cooperación; y de cómo las especies más evolucionadas eran las que más cooperaban y las especies asociales estaban condenadas a la extinción. Los biólogos hoy en día tienen estudiado este tema y poco a poco la realidad adaptativa de la dimensión cooperativa va ganando adeptos. Situaciones donde el entorno es hostil, como lo es nuestra situación de crisis económica, son buenos caldos de cultivo para relaciones sociales basadas en la cooperación. De hecho es una de las tendencias sociales más interesantes y con más posibilidades hoy en día. Ante un panorama donde los esfuerzos individuales no son suficientes para adaptarse y sobrevivir (paro muy elevado, precarización laboral, retroceso de las ayudas sociales, retroceso de los sindicatos y bancos que no prestan dinero) se hace necesario abordar dinámicas cooperativas. Un tejido social más cooperativo representa más capital social y añade resiliencia a nuestras vidas. A continuación mostramos una manifestacióm patria de la emergencia de estos esfuerzos colectivos.
Marea Roja es un movimiento social que pretende hacer pedagogía sobre la cooperación, concienciando y formando a las personas sobre la importancia de aunar esfuerzos y crear redes de ayuda mutua. Cuando la sociedad es incapaz de generar empleo y la desigualdad y la precaridad de la vida siguen su paso, los desempleados, que son 5 millones, disponen de tiempo libre, experiencia y conocimientos suficientes como para aglutinar esfuerzos y buscar formulas alternativas de vida, fórmulas de autoempleo mediante la creación, por ejemplo, de cooperativas y redes de trueque. Se trata de que las personas entiendan los beneficios de colaborar con los demás y asimilen que tal vez es la única alternativa que les queda. Cada noveno día del mes, en las oficinas del INEM, se reúnen para informar a los desempleados de que otro mundo es posible pero que es necesario ponerse a construirlo.