The tragedy of the commons es un artículo escrito por Garrett Hardin que se ha convertido en uno de los textos de referencia en el debate sobre la sosteniblidad. Hardin viene del mundo de la microbiología y la ecología humana, y aporta una visión que ataca los principios básicos de nuestra economía. The tragedy of the commons relata la historia de cómo el interés individual puede llevar a la destrucción del bien común. Si un pueblo posee pastos comunales y cada habitante decide utilizarlo en su máximo interés individual, los pastos corren el peligro de ser arruinados por sobreexplotación. Pongamos como ejemplo un pueblo en el que cada habitante tiene una vaca pastando en el terreno comunal, e imaginemos que ha sido así durante muchos años, y se ha comprobado que dicho terreno es capaz de sostener este ritmo de explotación. Ahora pensemos en el mismo pasto comunal y el mismo pueblo, pero en este caso, los habitantes, maximizando su interés individual, deciden tener a diez vacas pastando cada uno en vez de una única vaca como antes. Todos los habitantes tendrían más leche, más carne, mas cuero, más abono natural a corto plazo. Pero a largo plazo los pastos comunales serían inviables, no podrían soportar tal sobreuso y se verían degradados como ecosistemas, y los habitantes del pueblo, buscando su interés personal, habrían destruido su propio sustento. Esta es la tragedia de los comunes, que pone de manifiesto la necesidad de velar por los recursos y las condiciones de vida de las próximas generaciones; la necesidad de integrar el "largo plazo" en nuestros gobiernos y economías; y la necesidad de cuestionar el interés individual como base del comportamiento social. La tragedia de los comunes ha dado pie, por otro lado, a justificar la necesidad de privatizar los espacios comunes para protegerlos de la sobreexplotación individual, o a justificar que el estado se haga cargo de dichos espacios. Pero lo que ya sabemos es, y esta es la tesis de Capitalismo 3.0, que ni el estado ni la empresa privada son capaces por velar por el mantenimiento de lo común, y que es necesario otro camino, otra forma de entender la gestión de lo común donde es imprescindible la participación ciudadana.
Todo esto me recuerda al pueblo de mi abuela, Quintanar de la Sierra, en Burgos, en el que el pueblo es dueño y gestor de los bosques que le rodean. Cada año, parte del bosque es talado y vendido, y los vecinos obtienen una parte de los beneficios. El bosque se mantiene a lo largo del tiempo, está bien cuidado y limpio, y sobre todo, no ha ardido como la mayoría de los bosques españoles. Es un perfecto ejemplo de sostenibilidad y gestión comunal. Si se hubieran guiado por intereses individuales seguramente ya no hablaríamos de los bosques sino de urbanizaciones y campos de golf.
Otro ejemplo es el mar y el uso que le estamos dando. Como cada uno lo utiliza en su propio interés, sin pensar nunca en el interés de todos, el mar va dejando un rastro de especies al borde de la extinción, un mar a donde van a parar todo tipo de residuos, y que de tanto absorver el exceso de CO2 se va poco a poco acidificando.
El mensaje es claro. Si queremos que el agua y el aire -nuestros grandes bienes comunes- sean dignos de las generaciones futuras, debemos llegar a una especie de nuevo contrato social en el que las decisiones se parezcan más a las decisiones que se toman juntos para el bien de todos. Debemos dejar claro que nuestro estilo de vida no es sostenible; que tener un coche cada uno es la mejor manera de llegar a ninguna parte; que los países más ricos deben renunciar a estos estándares de vida a los que nos hemos acostumbrado; y que la manera de proceder de nuestras economías debe ser profundamente revisada .
Si te interesa el tema y quieres aprender más sobre esta tragedia te recomiendo esta conferencia de un tío muy majo hablando sobre cómo están desapareciendo los espacios comunes, que son los espacios públicos. Ésta desaparición del espacio público y delo común es una característica de nuestro sistema neoliberal. Poco a poco los espacios públicos, que era donde cobraba sentido la voluntad del ciudadano, han sido privatizados o abandonados a su declive, a medida que el ciudadano se iba convirtiendo en consumidor. Pero no todo está perdido, tal vez internet sea el nuevo espacio comunal donde las personas pueden presentarse en sociedad, interactuar, formar grupos y redes sociales libremente; el nuevo espacio de colaboración donde hacer sociedad. De alguna manera, el espacio social virtual se caracteriza por ser capaz de informar sobre la realidad mejor que un espacio privatizado. La red es el nuevo espacio público que puede tranformar una sociedad hiperindividualista en una sociedad un poco más cooperativa, más social y sociable. Así podemos ver en la red un experimento de creación de un espacio común abierto a infinitas posibilidades.