¿Qué son los transgénicos? Son organismos vivos creados artificialmente manipulando sus genes. El proceso consiste en aislar segmentos de ADN de un ser vivo e introducirlos en el ADN de otro franqueando así las barreras entre especies para crear seres vivos que no existían en la naturaleza. Así se puede crear una semilla que resista todo tipo de pesticidas y el resultado es doble: por un lado los transgénicos resisten a las plagas, es decir a los poroductos químicos que matan a las plagas, y por otro lado los campos son sembrados de venenos que no dejan crecer otra cosa que trangénicos. El maíz transgénico que se cultiva en España lleva genes de bacteria que le permiten producir una sustancia insecticida. Se está experimentando con genes de vacas o de ratas. Atiza!!!
Monsanto presume de tenerlo todo controlado y de que su producto es seguro y que la manipulación de los genes no tiene consecuencias sobre las personas que se alimentan de los mismos o el medioambiente. Los ecologistas piensan que los cultivos transgénicos contaminan a los cultivos no transgénicos a su alrededor como muestra este video
o bien que generan efectos de resistencia en las plagas y que pueden tener consecuencias nocivas sobre las personas como indican estudios y estudios hechos con ratones alimentados con transgénicos.
Monsanto piensa que es más rentable el cultivo tránsgénico y los ecologistas hablan de muchos agricultores indios que se suicidan arruinados.
Comprar transgénicos significa comprar pesticidas para activar los genes modificados de esas semillas. Las semillas Traitor obligan a aplicar químicos anualmente para activar la característica deseada. Las semillas Terminator de las que tanto se hablan y que aún no se comercializan son semillas estériles, es decir semillas que obligarían al agricultor a comprar nuevas semillas cada temporada. Así entendemos las intenciones de Monsanto. Monsanto representa el mayor monopolio de semillas mundial acaparando casi el 80% . Los ecologistas denuncian una estrategia en la que Monsanto controla las semillas naturales y trangénicas de tal manera que pueda dejar de vender semillas naturales y obligar a los agricultores a comprar año trás año las semillas transgénicas y los pesticidas para que funcionen, con lo que estaríamos hablando de una nueva forma de esclavitud.
Y encima los fabricantes de transgénicos quieren hacernos pensar que son la solución para acabar con el hambre en el mundo. Como si no supieramos que el hambre es un tema político y un instrumento económico. El mundo tiene suficientes alimentos para todos y son precisamente la gente que vive en los países productores los que tienen más hambre, que ven como el grano que han cultivado es utilizado como pienso para los animales que se comen en occidente. Es decir, existen intereses económicos para que tanta gente pase hambre, y los transgénicos no van a ser la solución.
O peor, el poder de las multinacionales o corporaciones ha crecido tanto que ya se habla de corporocracia, con lo que las multinacionales como Monsanto están es una posición de poder privilegiada para utilizar todos los medios a su alcance para tergiversar la información y manipularla. Otro ejemplo sonado es el siguiente, en el que unos periodistas americanos desearían no haber investigado nunca los productos hormonales que Monsanto fabrica para alimentar a las vacas y que den más leche:
Así que si percibimos que las grandes empresas no están siendo honestas con nosotros, lo único que podemos hacer es informarnos y compartir la información, siempre que queramos dedicar el tiempo a ello, claro. Podemos demandar más información, exigir etiquetados que nos permitan saber si lo que compramos es transgénico o está hecho a base de trangénicos. Podemos dejar de comprar marcas determinadas que utilizan transgénicos para la elaboración de sus producto. Siguiendo la guía roja y verde de Greenpeace podríamos dejar de comprar Nestle, Bimbo, Carbonell, Flora, Kellogs, Cuétara, Danone, Valor, La casa, Zahor, Matutano, Lays, Doritos, Cheetos, Pringles, Louit, Calvé, Ben&Jerry´s y un amplio etc. De alguna manera nosotros somos la demanda, nosotros la creamos, y si no hay demanda no hay oferta o tendrá que haber una oferta adecuada a nuestras expectativas. Moraleja: si no quieres transgénicos no lo compres.